sábado, 20 de marzo de 2010

Clásica y Moderna

Llegué a Antigua con grandes expectativas. Y las cumplió. Saqué mil fotos en cada callecita, plaza, adorno, farol, pared... Y no sólo allí, como ya verán.



Volví a encontrarme con unas chicas que ya me había cruzado varias veces en el viaje, las de la foto en la pileta en El Tunco. Tenía pensado pasar en esta ciudad colonial, con ellas (y más gente), mi cumple, pero resultó siendo distinto, como ya verán.



La Antigua Guatemala fue el centro gubernamental de toda América Central, desde Chiapas hasta Costa Rica hasta 1776. Ese año la capital fue trasladada a lo que hoy es Guatemala City, luego de que Antigua fuera destruída en un terremoto tres años antes. Por eso es que se mezclan edificios antiguos, ruinas y refacciones que generan un paisaje pintoresco: clásico pero no aburridamente monótono.




Casas antiguas, iglesias, plazas, monasterios, arcos y faroles rodean el empedrado. La ciudad cumple todos los requisitos que se le piden a un Monumento de la Humanidad de la UNESCO. Da gusto perderse por las calles y mercados, incluso con lo inundado de turistas -y vendedores, agencias, restó y shuttles- que está.





Pero Antigua tiene una más: está situada en un valle rodeado por varios volcanes, que hacen que el paisaje resulte encantandor. Desde cualquier esquina o balcón uno puede admirar las laderas y siluetas de estos montes que se elevan hacia el cielo guatemalteco. Y aunque parezcan inocentes formaciones montañosas, fueron responsables de un gran día de aventuras, goce y sorpresas.


A unos kilómetros de la ciudad, en la cadena que la separa de Guatemala City, se alza el Volcán Pacaya, el de mayor actividad en Centroamérica. Son esas cosas que no se dudan, no se discuten mientras se viaja: en Antigua se hace la excursión del Pacaya. No se programa, simplemente se averiguan precios y se regatea. Es imperdible.



El ascenso no es difícil aunque a algunos flojos (barrigones y pelados) les puede resultar terriblemente fatigante. Para ellos, los nenes locales ofrecen taxi, o sea, caballos. El chiste hace gracia a los gringos. Y los israelís se mueren de la risa cuando les preguntan "whant ssus?". La primera mitad es en camino de montaña, tierra y pasto. La parte final es escalando roca de lava fria, de erupciones anteriores. Y aunque no se asciende hasta los 2552 mts. la altura se siente y la vista es grandiosa. Se puede admirar todo el valle de la Ciudad de Guatemala y el Volcán de Agua, tras el cual se esconde Antigua.


Si bien había escuchado y leído sobre la excursión, no pude dejar de sorprenderme cuando me encontré a 4 mts. de un río de... lava. El aire, todo a su alrededor, se volvía espeso, caliente. La brisa fresca de la altura desaparecía. Es muy difícil acercarse más de 2 mts. a cualquier piedra caliente. Es como meter la cabeza en la parrilla para ver como está el lomo.




Fotos, fotos y fotos. Todos disparan. Todos le piden al de al lado. Todos están entusiasmados. Todos bichos de ciudad sorprendidos por la Madre Naturaleza, en un común acto de geología. Algunos sacan de la mochila una bolsa de malvaviscos, los ensartan en ramas y los acercan al calor, como si fuera una fogata en el campus universitario de alguna típica película hollywoodense.



El río fluye, lento pero constante. Arranca piedras, derrite todo a su paso. Y, de repente, allá arriba se abre otra veta. Empieza como un punto rojo asomando de una piedra, cada minuto más grande, cada minuto más rojo. Ya está, ya es un nuevo río y la piedra escupe magma en todas direcciones, como cañitas voladoras naturales. No me quiero ir, no quiero bajar. Una foto más, sólo una más...




Y menos mal que quedaban algunas más. De yapa, cuando empezábamos a bajar, hizo otra erupción, esta vez en el cráter principal, en la punta del cono. El cielo, de azul grisáceo mientras anochecía, resultaba contraste perfecto para tremendo espectáculo. Pero la verdadera frutilla del postre fue el atardecer, rodeado de una alfombra de nubes, volcanes y una gama de colores alucinante.



El final del descenso, a oscuras, le puso a la excurisión la cuota de diversión. Y si hacía falta más diversión en la ciudad, el karaoke nocturno hizo su trabajo.

Porque la noche de la ciudad también tiene sus credenciales. Boliches de salsa, de rock, de reggae, musica en vivo, cine o simplemente quedarse en el hostel compartiendo unas birras con gente de todo el mundo son slgunas de las opciones de la noche antigüeña. Los recitales de jazz en el patio de una iglesia se sumaron al menú justo los días que estaba ahí. Aburrimiento cero.

Así pasó Antigua, formulario completo y un "felicitado, beso Solita".

5 comentarios:

  1. aunque a uno le gusta en su cumple la familia, la torta, los deseos, los regalitos y los amigos, son esos los que pasan año a año sin dejar huella más que un año más.
    Estos son de esos que quedan en el recuerdo para siempre... FELIZ CUMPLE NIKITO!!!! Te quiero a lot!
    veri

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  2. Me sentí aludido por lo de barrigon y pelado.

    Uncle John

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  3. Uaaaaauuuuu! Que impresionante la subida al Pacaya, y tu foto casi tocando el rio de lava! Y las de las erupciones! Parece de esos lugares que no te olvidas nunca; me imagino que ya tenes tantos de esos que el umbral de impresionabilidad esta dificil, no?

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