Dejé la hamaca por un rato y me fui a pasear. Me contaron que cerca de León hay un volcán muy joven, de solamente 170 años. Es el Cerro Negro y tiene unos 400 metros de altura. Así que junté un par de amigos y gente del hostel, nos subimos a una camioneta y nos fuimos para allá.
Anduvimos por un camino de tierra, piedras y ceniza. Nos cruzamos con arrieros de vacas y bueyes, gallinas cruzando para un lado y otro (¿por qué cruzan la carretera?), cerdos durmiendo al sol y perros suicidas. Llegamos a la base del volcán y comenzamos la caminata para subir.
Hacía mucho calor, y un viento tremendo. Casi se me vuela el gorro, con llama y todo... Llegamos a la cima, completamente transpirados. Y lo que menos queríamos era bajar... caminando. Así que agarramos las tablas, nos pusimos los mamelucos más las antiparras e hicimos una suerte de "culopatín", desafiando la ladera más empinada del volcán, descendiendo a 70 km/h...!!!
La puesta de sol en el camino de regreso fue una yapa inesperada. Un regalo más para un día distinto, un volver a sentirse libre, aventurero, desafiante... Un día a pura ADRENALINA!
Te reviento si perdés la llama viajera. Volvés al lugar donde la compraste y volvés!!!!
ResponderEliminarGUAUUUUUUUUUUUUUU!!!!!!!!!!
ResponderEliminar