Mi última parada en Guatemala fue para visitar otro sitio arqueológico. Segundas -pero no últimas- ruinas mayas, Tikal.
Entre las ciudades precolombinas de esta zona del continente, Tikal se destaca por la altura de sus templos y palcios. Pero lo que la hace única es su situación con el entorno: la ciudad está en el medio de la selva. Si bien cuando estaba habitada por los Mayas, hace unos 1500 años, la zona era una planicie casi sin árboles, ahora el bosque hace que cada edificio, templo o palacio esté escondido entre una densa masa de árboles. Lo impresionante es ver cómo las edificaciones más altas sobresalen por encima de la copa de los árboles, creando una imágen mágica.
Es raro como uno automáticamente compara cosas, aunque no quiera. Sé que son dos momentos distintos del viaje y que cada una tiene su significado, pero la búsqueda de similitudes y diferencias con Machu Picchu aparecían constantemente. Creo que sentí una diferencia muy grande por el estilo de la excursión: visitar Tikal es cosa de un día, como ir y volver a un museo; en cambio el esfuerzo de los 4 días de caminata para llegar a Machu Picchu le dan un significado especial al llegar.
Es quizá por eso que estaba en Tikal y no percibía esa "energía" que se siente en la ciudad perdida de los Incas, ese no se qué tan mágico del que hablan todos. Y sin embargo, me estaba adelantando a las conclusiones finales. Resulta que subimos al Templo IV, el más alto de todos, pero el resto de mi grupo bajó rápido. Yo me quedé arriba un rato más, mientras llegaban muchos chicos que estaban en una excursión del colegio. Empecé a sacarle fotos a uno de ellos, y se fueron sumando más y más. Todos querían estar en la foto y mirarse después en la pantalla. El final fue una foto grupal -conmigo- y un par más mientras me saludaban al irme. Bajé con una sonrisa enorme.
La energía viene de uno menos se la espera.
Otra cosa interesante aquí es que se pueden ver los arqueólogos trabajando en vivo y en directo. Es interesante, aunque mirando 5 minutos tampoco es que se aprecie mucho el trabajo.
Aunque con el tour se ve casi todo el complejo, decidí quedarme un rato más. Un almuerzo liviano me permitió seguir paseando un poco más, conociendo más profundamente cada rincón del sitio arqueológico, de distinta forma que con un guía.
No me faltó nada. Día completito, que le dicen.