viernes, 28 de mayo de 2010

De cierto desierto (no tan) desierto

Neblina matutina en Estacion Catorce, antes de partir hacia Real de Catorce.





In the desert, you can't remember your name
(America, Horse with no Name)


Hace ya varios dias que pasó todo esto, pero necesitaba tiempo para asimilarlo antes de escribir.

Real de Catorce es un pueblo totalmente encerrado entre montañas, en el medio del Desierto Potosino, en el estado de San Luis Potosí. Tan encerrado está que para llegar hay que atravesar un tunel de casi 3 kilómetros de largo.




Fue fundado a mediados del 1700 por las minas de plata que encontraron los españoles quienes esperaban algo como el Cerro Rico en Potosí, Bolivia y de ahí su nombre. En su esplendor tenía hermosas casas, mucha vida comercial y se vendían todo tipo de joyas y artículos lujosos. Sin embargo, a fines del siglo XIX comenzó a decaer y en la actualidad no hay más de 1000 habitantes.


En cierto sentido es parecido a Iruya (toda esta zona hace recordar al Noroeste Argentino), con calles muy empinadas, de piedra y dificil acceso, una linda iglesia y no mucha vida durante la semana, aunque sábado y domingo hay bastante turismo.



El solo hecho de caminar por Real lo hace sentir a uno en un lugar mágico. No es una "ciudad fantasma", pero en algunas cuadras se le acerca bastante. 




Al desierto se van
los que quieren estar solos
(Los Piojos, Al Desierto)


Más allá de todo esto, el motivo más importante por el que tenía ganas de visitar esta zona era para conocer el famoso desierto, un lugar sagrado para varias tribus nativas mexicanas. Pero no se imaginen un desierto como el del Sahara o como el que estuvieron visitando Martu y Pau. Si bien es una zona tremendamente árida, hay vegetación. El piso es de piedras, no de arena, y hay una enorme variedad de cactus y plantas que se adaptan al clima de la región.



De día los paisajes abruman. Uno puede caminar por horas y horas sin aburrirse de las maravillosas vistas (aunque les recomiendo llevar mucha agua). Las montañas también ayudan a generar contrastes junto con el sol, las nubes y la diversidad de tonos verdes que se ven.


Pero todo cambia y se pone más interesante de noche. Así que, gracias a la invitación de unos mexicanos que conocí en Real, fui a pasar la noche al medio del desierto.

Por qué estaba Naum? Porque era su cumpleaños. Y Ulloa era su cuate, y Alex se lo había encontrado un día que los dos andaban perdidos en el desierto y Friman los había conocido en Real y Fogoso era un gran amigo y Nadjieli su novia, y Lia la hermana... y así podríamos seguir. Y yo me los crucé en el momento y lugar indicado. Así que todos compartimos 24hs en aquel lugar tan mágico y especial.



Agua, como te deseo
Agua, te miro y te quiero

Por la ruta, caminando y haciendo dedo, llegamos hasta "la antena", la marca tan deseada. Desde ahí continuamos la peregrinación durante casi una hora adentrándonos hasta dejar atrás todo vestigio de civilización (o eso creíamos). Cuando ya anochecía, armamos las tiendas y el fuego, fundamental para combatir el frío.


Entre música improvisada, charlas, bromas y fotos se hizo la hora de dormir. Y si bien uno espera la salida del sol para sentir un poquito de calor en el cuerpo, rápidamente se arrepiente. Es que sin lugar para protegerse más que dentro de la carpa (la cual llega a parecer un sauna) los rayos del Astro Dios son inclementes. La sensación de derretimiento es constante. El agua potable empieza a escasear, pero las ganas de irse todavía no llegan... ¡Una nube, por favor! ¡Un poquito de lluvia!



Agua, cayendo del cielo
Con furia y sin freno.
(Los Piojos, Agua)

"Hay que tener cuidado con lo que uno desea" me dijo un sabio. Y es que la lluvia, finalmente, llegó. En 20 minutos el cielo se encapotó y se largó una tremenda tormenta que al principio resultaba hermosamente refrescante y un par de minutos después se tornó tremendamente congelante.
El viento volaba las carpas, el agua mojaba la ropa y las ramas y el frío calaba los huesos. Parecía de película, pero el cambio fue instantáneo. Y ahí, el arrepentimiento otra vez. ¿Preferís morirte de calor o no aguantar el frío? Uno termina por aprender que el desierto es algo para respetar, un lugar donde no se jode.
Pero como siempre que llovió paró, un rato después salió el sol otra vez. Y ahí ya no teníamos agua para calmar la sed. Por suerte (en realidad no) a 2 kms. de donde estábamos, estan construyendo un museo. Una horrible estructura de hormigón en el medio de la nada. Pero al menos nos sirvió para que los albañiles nos regalaran agua con la que aguantamos el resto de la tarde.


Como conté antes, esta zona de México es sagrada para algunas tribus nativas. Una de ellas, los Huicholes hacen una peregrinación anual de varios cientos de kilómetros hasta aquí para juntar Peyote. El Peyote (o Jícuri, o Lophophora Williamsii) es un cactus que crece a ras del suelo y en el cual -para ellos- se esconde un Dios. Lo comen en ceremonias y la mitología dice que les ayuda a predecir lluvias, estimar tiempos de siembra y cosecha, etc. Es muy difícil de encontrar, ya que se esconde debajo de otros arbustos para protegerse del sol y de los depredadores.
Tiene muchas propiedades, algunos dicen que medicinales o curativas. La verdad es que su principal ingrediente es la mezcalina, un potente alucinógeno, y por eso está prohibido por la ley mexicana (aunque los Huicholes tienen un permiso especial).
¿Se preguntaran si lo comí? Sí.
¿Les voy a contar? No.


Yo me volví al pueblo, dejando atrás una gran experiencia, con el arcoiris como guía. Algunos se quedaron a pasar una segunda noche allí. Para mi fue suficiente, el desierto me enseñó mucho en solo 24 horas.

5 comentarios:

  1. para "mi piojo" en el desierto... no parecías muy solo!
    uffff! demasiado para comentar!
    las fotos de la neblina son "de concurso"!
    y la mezcalina?? a alguien le habrás contado...don Juan!
    las historias alucinantes, je, je!!
    ...y lo mismo que a Martu: qué harás cuando te toque vivir la misma cotidianeidad de todos nosotros? Junten experiencias que son el alimento de la vida!!!!!!! Con amor, ma

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  2. En el desierto hay muchas cosas.
    Pero nosotros, ahi, no somos nada.

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  3. Hippie chic! en recoleta no pasan estas cosas!
    me encató el relato.

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  4. Nico, sos un fenómeno, mientras leía me preguntaba que vuelta ibas a encontrar para explicar que hiciste miles de kilómetros para ir a un pueblo casi abandonado en medio del desierto. Elegante y directo. Estuvo muy bien.

    Uncle J.

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  5. ganial como siempre.

    slds, sgo

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