domingo, 22 de febrero de 2009

Uyuni y su Gran Salar, Oruro y su Gran Carnaval

Iba a hacer 2 entradas, pero las resumo en una...

Esto arranca el martes, mi primer dia solo, despues de haber despedido a Nacho que partió el lunes a Baires. Recorrí Yavi, hermoso y tranquilísimo pueblo, para bajar un poco las revoluciones, caminar, leer y dormir siesta.

Después de un paseo, vuelvo a mi hospedaje y me encuentro con un grupo de 4 chicas y un chico argentinos, con la sorpresa (o ya no) de conocer a una de ellas de PSA. Como hacían el mismo viaje que yo, partimos el miércoles de madrugada a comprar los pasajes de tren de Villazón a Uyuni. Así que ahí estaba, viajando por Bolivia con Joana, Flor, Belu, Sol y Vito. A mitad de viaje ellos deciden bajarse también en Uyuni, aunque habían comprado pasaje hasta Oruro (gracias al camino verde...), así que hicimos juntos la excursión de 2 dias al salar.

Aunque ya había estado en las Salinas de Salta, esto es otra cosa... Si no me pasaron mal el dato (ay, Dionisio!) son 12.000 km cuadrados de sal, montañas, volcanes y... más sal.

Primer día de excursión, paso por el Cementerio de Trenes, visita a Colchani, donde se procesa y se hacen artesanías, estatuas, etc; visita al hotel de sal y luego a La Isla del Pescado (Incahuasi). Subimos al mirador, le ofrendamos puchos, anteojos de sol y púas a la Pachamama y después almorzamos. Imagínense eso: chuletas, ensaladas, cocacola (caliente) y manzanas (paposas) todo al borde del salar. Y al tomate le faltaba sal...(ay, Sol!!). Fotos, fotos y más fotos. Después de eso, una hora de viaje hasta el pie del volcán donde estaba nuestro hotel al ritmo de Cacho Castaña. Lo que habrá pensado la pobre Sarah (irlandesa)!!!
En las horas libres que tuvimos antes de la cena, casi nos hundimos en el salar. Caminamos, nos sentamos y difrutamos de un hermoso atardecer, casi como en Las Flores, pero sin hamaca paraguaya y sin la abuela que dijera "Chau sol, hasta mañana sol". Y como si se hubiera enojado el sol por no despedirlo, apenas se fue, se largó la lluvia. Así que al hotel, sin luz, y a esperar la cena cantando mirando el granizo.
La cena, tempranita, fue un capítulo aparte. Parecía una noche casi perdida y aburrida, hasta que apareció Joaquín, un alemán que vive en Córdoba, más Ian (suizo) y Lars (otro alemán). Y ahí se armó la fiesta, guitarreada, vino, cerveza caliente, pool... Cantamos en alemán, ellos cantaron en castellano, bailamos al ritmo de Rodrigo, y no paramos hasta las...3 am. Es que habíamos empezado a las 8 de la noche!!! Todo con la lluvia de fondo y a la luz de una vela...

Salir del hotel, a la madrugada para escuchar el silencio y ver la oscuridad absoluta del salar fue toda una experiencia (gracias Steve Jobs por el iPod). Lástima que otra vez las nubes me impidieron ver el cielo estrellado, así que sigo esperando con ansias ese momento.

El segundo día, después de un desayuno continental con panqueques con dulce de leche incluidos, escalamos el volcán Tunupa(gran vista del salar). Los indígenas le asignaban a cada montaña una representación humana. Cuenta la leyenda que Tunupa era una mujer embarazada que escapaba de un pretendiente, pero que perdió el hijo. Así que se sentó a llorar y esperar su muerte. Y ella formó el salar, blanco por la leche que llevaba y salado por las lágrimas vertidas.
Cuando bajamos, almorzamos, y volvimos a Uyuni. Hicimos tiempo durante la tarde lluviosa y a medianoche nos tomamos el tren a Oruro. Ahí me despedí de la banda y pasé la tarde en lo que los bolivianos llaman el Carnaval más grande del mundo.

No sé si lo es, pero es magnífico, realmente. Según me contaron más tarde, solo el sábado se mueven 25 millones de dólares entre ropa, música, comida, hoteles y etcéteras. Miles y miles de bailarines, maquilladores, peluqueros, asistentes... y también miles y miles de pendejos (y no tanto) con bombitas, pistolas de agua, espuma y baldes!! Lo mejor de todo es que nadie se enoja cuando lo mojan o lo ensucian, y lo peor de todo es que no hay un mínimo rincón en la ciudad en el que se esté a salvo del agua...
Igualmente, es raro... A ver cómo explico esto: los trajes son increíbles, los bailes, la música y todo es genial, pero no se puede disfrutar realmente el carnaval como turista. Uno está todo el tiempo cuidándose de que no lo mojen o lo ensucien con espuma, de que no le roben la mochila o la cámara... O sea, para disfrutar realmente, hay que vivirlo. Ir 2 dias, tener todo en el hostel y salir a vivir el carnaval de verdad, como uno más. Igualmente, saqué fotos, paseé y viví un día distinto.

A la tardecita, bondi a Potosí. Ya les contaré...

4 comentarios:

  1. Nikissssssss!!!!!!! que bueno las experiencias que estás viviendo!!! pensaba cuando contabas del mercado de artesanías que tengas en cuenta, si te gusta mucho algo, el envío de cajas desde el exterior por el correo oficial via barco (creemos que mejor Perú que Bolivia) pero no te prives de comprar cosas por el peso... juntá varias y las mandás bien envueltas. Bueno, seguimos pensando tips y en breve te mandamos una enviada especial. TQM!! Mateo te extraña un montón!! besosssss

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  2. hola nico, me volvi loco para sacar una cuenta gmail, pero ahora ya la tengo. luego te mando un comentario util. beso.

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  3. Hola cabezon!!!
    Que placer leer lo entusiasmadisimo que estas, el lujo de detalles y el remolino de vivencias! Aparte que estas hecho un poeta, bravo!
    Segui disfrutando, contandonos, sacando fotos y mostrandonoslas.
    Besos
    TJ

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  4. El tío me ganó de mano, no sabía que escribías yan bien, pendex. ¿Por qué no aprovechás, y vivís el carnaval desde adentro de la comparsa? besos, Gaby.

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