Podría poner mucho nombres más originales, pero no tiene sentido. Esta entrada del blog es para relatar lo que vivimos durante los 4 días que recorrimos el Camino del Inca que nos llevó de Cusco a La Ciudad Perdida de los Incas. Lo gracioso es que cada día, mientras caminaba, pensaba en lo que escribiría en el blog. Y cada día cambiaba en mi cabeza lo que pensaba de todo lo que estaba viviendo... Pasé por varios estados, como intentaré describir, en lo que realmente fue una experiencia memorable en muchos aspectos.
La excursión empezó con ciertas dudas en los dias previos. A cerca del precio, del clima, de la carga que teníamos que llevar, del grupo de compañeros que nos tocarían, etc. Estas dudas empezaron a despejarse el viernes 13 a las 6.10 am, cuando nos buscaron por el hotel. El bus se fue llenando de gringos y un par de argentinas. Hay una parada técnica en Ollantaytambo, a 2hs de Cusco para hacer algunas compras como víveres, bastones, ponchos para lluvia... De ahí nos llevaron al famoso km 82, donde -después de una charla con los guías- comienza oficialmente el camino (sello en el pasaporte incluído).
Ese primer día de caminata es relativamente tranquilo, como de entrenamiento o preparación para lo que vendría. Un par de horas hasta el lugar del almuerzo y un poco más después, para alcanzar el primer campamento. Los porteadores y cocineros van siempre delante, o sea que uno llega al lugar y están armadas todas las carpas y la comida (ya sea almuerzo o merienda) esperando. Este día también sirvió para empezar a conocer el grupo, sobretodo al resto de argentinos (Fede, Lucía, Sol, Vero y Marina). Aunque era la noche previa a mi cumpleaños, a las 21.30 estábamos durmiendo, ya que nos habíamos levantado a las 5am y nos despertarían a las 5.30 la mañana siguiente...
Cuando nos golpearon la carpa, con el té de coca caliente esperando, recibí mi primer regalo: beso y chocolate de parte de mi hermanita! En el desayuno -muy potente por cierto- me saludaron también algunos que se fueron enterando. Y cuando todos terminamos, empezó el suplicio: el segundo día es definitivamente mortal. Son varias horas de caminata en subida constante a más de 4.000 msnm. Y si encima de eso hay lluvia, frio, y es el día de tu cumpleaños, uno se replantea varias cosas: "Por qué no me tomé el tren?", "Quién me manda a hacer esto...?" y otras preguntas por el estilo fueron cruzando por mi cabeza durante esas horas.
Finalmente, después de 8 interminables horas, llegamos al campamento. Este día no se camina después del almuerzo, por el esfuerzo que ya habíamos hecho. Así que cuando terminamos de comer pudimos ir a dormir una siesta antes de volver a la carpa a merendar. Aunque el guía primero dijo que era optativo, después nos dijo que tenía algo que decirnos, asi que todos teníamos que estar a las 17.30 ahi...
Aunque primero no me avivé, justo antes de volver a bajar, me di cuenta que la obligatoriedad del "tea time" algo tenía que ver conmigo. Y no me equivoqué: me encontré con dos tortas que rezaban: "FELIZ CUNPLE NICOLAS" (sic). Así que nada más imagínense mi sorpresa ahi sentado con 20 personas de las cuales conocía a una sola conocía por más de 2 dias... Había 5 argentinos más, los 3 guías peruanos, 2 chicas canadienses, 2 irlandesas, un australiano, una pareja de daneses, 3 suecos, una noruega, una japonesa y un sudafricano que me cantaron el feliz cumpleaños en varios idiomas...!!! Y todos estaban agradecidos por comer una torta en el medio de la montaña, así que fue beneficio mutuo.
Todo era raro: la sensación de pasar mi cumple ahí, con gente desconocida, sufriendo pero al mismo tiempo disfrutando las experiencias, conociendo a esa misma gente que fue tan buena onda durante los 4 días, tratando de entender cómo un cocinero de 61 años se las arreglaba para cocinar un bizcochuelo en la selva...en fin... Después de la merienda y la posterior cena (una hora más tarde) nos dormimos, un poco mojados y bastante cagados de frío.
El tercer día es más tranquilo en cuanto a la subida, pero es bastante más largo que el segundo. pero como el clima era más benévolo, se disfrutó un poco más. Pudimos admirar el paisaje, difrutar el almuerzo y los grupos arqueológicos que nos cruzamos, caminar más tranquilos... Ah, cierto! Esto fue gracias a que como pequeño "regalo de cumpleaños" contratamos un porteador extra para la mochila grande que teníamos...jeje. Realmente fue muy útil. El último campamento es el más "civilizado": duchas, bar, restaurant, etc. Así que (aunque no nos bañamos) degustamos unas cervecitas mirando las montañas y después de un par de pisco sour con Martu dimos clase de baile!!
Y que sería de todo esto sin el cuarto y último día: despertador 3.50 am, desayuno 4.15am y a esperar que abra el puesto de control. Esa espera puede ser amortizada por un iPod y parlantes con todo tipo de música mientras empieza a aclarar el cielo, como hicimos con las chicas canadienses e irlandesas. Y desde ahi, a correr si uno quiere llegar a estar entre los 400 privilegiados que suban al Waynapicchu. Pero eso no estaba en mis planes, me lo tomé con calma, caminé disfrutando de ese momento por el que tanto había "sufrido". Seguí puteando contra el clima, las bajadas, las subidas, las escaleras, etc, hasta que de repente...llegué: cuando uno sube el último escalón que lo lleva a la Puerta del Sol entiende todo, se olvida de todo, y acepta que sí, ok, valió la pena. La vista de Machu Picchu desde ahí arriba no tiene precio, pero lo mejor de todo es que esa sea la PRIMERA vista. Porque los turistas que llegan por abajo tienen que pasar antes por la ciudad si van a ese punto.
Había una pequeña bruma que le daba un toque mágico, si es que se le puede dar un toque mágico a algo tan mágico de por sí. Fotos, filmaciones, sonrisas, descanso. Y después, a bajar una hora más, porque no...todavía no llegaste. Ya en la ciudadela decidí jugármela por el Waynapicchu, el monte que se ve en la clásica postal. Subimos con varios de los chicos del grupo, una escalada mortal, casi de andinista. Pero otra vez, la vista desde ahí vale la pena como para esforzarse. El tour, el paseo y el regreso a Cusco (via Aguas Calientes y Ollantaytambo) quedan solo como una anécdota en medio de tanta cosa vivida. No creo que las fotos puedan reflejar todo lo que pasamos, todo lo que vivimos, todo lo que sufrimos y disfrutamos, pero que al menos sirva como pequeña muestra.
Desde aquí, mi agradecimiento a todos los que hicieron posible esta aventura, al grupo, a los guías, a los porteadores y muy especialmente a mi compañera especial de viaje, que lo vivió conmigo.
Nicu, corresponde que en esta entrada quede escrito un FELIZ CUMPLE NICO como en las tortas de parte nuestra.
ResponderEliminarCon la llegada de tu hermanita, el relato fue doble lo que lo llenó de mucha emoción
Y ahora viene otra etapa, libre nuevamente!!
Que sigan las buenas experiencias, las hermosas sorpresas y un viaje espectacular!!
nico pichu
ResponderEliminarte re extraño Nico, me hiciste llorar. Esas sensaciones mágicas son las que te digo que duran para toda la eternidad.
ResponderEliminarte subí un videito de Mateo especial para vos.
te quiero mucho. Veri