lunes, 10 de agosto de 2009

¿Volver?

Si bien el viaje es fantástico en mil aspectos, hay momentos puntuales que son los primeros que me vienen a la memoria cuando empiezo a hacer un recuento. Suelo hacer listas de las cosas que más me gustan, pero siempre me cuesta poner un orden. Ya sean películas, bandas, libros... o en este caso, los lugares del viaje.

Por eso prefiero recordar que cada momento, lugar, situación o anécdota tuvo lo suyo, algo en particular que la hizo especial. Sin embargo, dentro de éstas hay muy pocas, las más especiales, que me generaron una sonrisa plena, auténtica e indisimulable.
Una la comenté allá por febrero, en Tilcara, al son de Divididos; otra fue la llegada con Martu a Machu Picchu, escuchando Karma Police. También me acuerdo de cómo me reía al entrar a la Guyana Francesa, casi sin entender dónde estaba; o cuando por fin llegué a la playa, en la isla de Coche; o haciendo la plancha en el mar turquesa de Curaçao...

Pero la última fue demasiado especial. Ni yo podía creer la sonrisa y la piel de gallina que me surgieron el miércoles 22 de julio cuando el avión empezó a bajar y al pasar las nubes apareció ante mi una alfombra de luces amarillas titilantes... Me costó ubicarme, pero después de unos minutos encontré la autopista, la inclonfundible forma de la General Paz y unos edificios altos que me confirmaban que estaba aterrizando en Buenos Aires. Suena a lugar común, pero no pude evitar (aunque ya debía apagar cualquier aparato electrónico) poner a Gardel en el iPod. Y sí, es que era el "parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno...". Aunque fuera por una semana, nomás.

Vero quería encontrar a toda costa el tema para cerrar este blog, pero nada me convencía. Es que realmente, cada vez que puse una parte de una canción fue porque lo sentía, porque tenía algo que ver con el lugar, el momento, la gente, un mensaje especial para alguien... Pero siempre surgió naturalmente, nunca fue algo forzado.
Así me di cuenta que no había ninguna canción en particular, sino que simplemente amo esta "puta ciudad" como dice Fito (perdón, Rodolfo, je), su gente, sus calles. Y creo que Joaquín se equivoca feo cuando dice que "al lugar donde fuiste feliz no debieras tratar de volver..."

Por todo esto, como cantó Marcelo en el cumpleaños de madre, "te declaro Buenos Aires mi ciudad"

4 comentarios:

  1. sin duda es en estos temas donde te reconozco (pese a que lo anoté como mío) como hijo.
    conozco no muchas ciudades del mundo pero ninguna de esas pocas ni otras que no conozco pero imagino, tienen eso que tiene baires.
    me alegra mucho este reconocimiento por tu parte, es una señal de que volverás, no con la frente marchita ni plateadas las sienes, a esta buenos aires nuestra ciudad.
    besos

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  2. me hiciste llorar, creo que a muchos de nosotros al leer este blog nos habrá pasado, y es así, tal cual lo pudiste expresar y lo dijo Jorge Luis "no nos une el amor, sino el espanto... será por eso que la quiero tanto"
    Gracias por esos días, y por los de después.

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  3. Si hubieras visto cómo quedó Reconquista no tomabas el avión directamente.
    Nos faltaron los sánguches en el banquito viendo pasar a la gente gris con traje gris. No faltará oportunidad.

    abrazo+beso

    PD: tu América está cada día más roja... (?!)

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  4. Che, esto empieza a tener pinta de propaganda del gobierno de la ciudad. Busque el auspicio pero no lo encontre por ningun lado. Que sensibleria, viejo!!
    En fin, un tropezon no es caida. Segui asi :)

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